domingo, 6 de mayo de 2012

Movimiento Sí educativo

Ya durante la revolución industrial se hablaba de la importancia de la educación física, diferentes colectivos dotaban de alguna función social o educativa. Para unos esa función era la salud, para otros la socialización, para unos otros la inculcación de valores como la libertad o la igualdad y para otros la defensa de la patria.

Las primeras visiones defendían que haciendo deporte (haciendo movimiento) se consiguen todas estos valores con un punto en común, que giran entorno a la educación de lo físico, olvidando otros aspectos como el intelectual o afectivo. Se estaba subordinando de alguna forma al cuerpo respecto a la mente (mens sana in corpore sano).

Surgieron nuevas visiones, no tan focalizadas en la parte física del movimiento, redirigieron el rumbo y decidieron ir más allá, para dotar al movimiento fines intelectuales y morales. De esta forma se empezó a dar forma a una nueva visión, la educación a través de lo físico. Bajo esta idea, la educación física tenía que preocuparse por las partes emocionales, relaciones interpersonales, aprendizajes mentales. Esta visión fue bien acogida por los intelectuales del siglo XX y como consecuencia se modernizo la educación física y amplio su alcance en el ámbito educativo.

Aun así esta visión y su predecesora tenían un gran valor utilitario de la educación física, utilizaban el movimiento como herramienta para conseguir otros fines, es decir, los valores que se deseaban eran extrínsecos al movimiento y por tanto el movimiento no era importante en sí mismo.

Posteriormente, Arnold contribuyo enormemente con su estructura conceptual de la educación física, basada en el valor intrínseco del conocimiento teórico y práctico. Sus dimensiones eran 3: Educación sobre el movimiento, a través del movimiento y en movimiento.

La primera hace referencia al campo teórico, la segunda es una concepción utilitaria donde el valor es extrínseco al movimiento. La última dimensión es la que esta relacionada con los valores intrínsecos y la que realmente apoya a que el movimiento sí es educativo. Esta visión considera que el movimiento es algo valioso en sí mismo, se pone en marcha lo que Arnold denomina conocimiento práctico, el cual únicamente se puede conseguir practicando, basado en la experiencia. No es tanto un saber qué sino un saber cómo, de esta forma la persona puede autorrealizarse y autoconocerse







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